Los maestros están para enseñar, no para educar. Eso es competencia de los padres. Esta es la respuesta que una seguidora en redes sociales me dejó como comentario a un vídeo en el que daba mi opinión sobre la corresponsabilidad en la educación de nuestros pequeños. En ése vídeo matizaba que, desde mi punto de vista, la educación ni se delega ni se subcontrata. La seguidora, llamémosla María, compartía conmigo que es un tema que merece un debate muy amplio. Pero trataba de dejarme claro que, para ella educar y enseñar no son la misma cosa.
Frases como la de María las escucho (o leo) muy a menudo en redes sociales o en charlas con adultos a las que me invitan. Y casi siempre acabo preguntándoles cuál es la diferencia. Las respuestas son de lo más variadas, pero la mayoría van en la línea de lo que hace unos años se empezó a llamar el pin parental. Ese concepto que habla de la supuesta soberanía de los progenitores sobre todo lo que tenga que ver con lavida de sus hibls. Pero eso lo dejaré para otro artículo.
Insisto, el tema de quién educa y quién enseña es un debate que se debe hacer, pero no creo que el lugar más adecuado sean los comentario de una red social. Ni siquiera un artículo como este, y para nada que sea yo la persona que lo deba hacer, en la soledad de mi web. Porque ya no sería un debate.
Pero si creo que pueda hacer algo, tratar de buscar argumentos para que María (y un servidor) pueda encontrar las diferencias o similitudes entre educar y enseñar.
¿Por dónde empezar? Pues se me ocurre seguir os pasos del excelente abogado y mejor persona Borja Adsura, que es otra cosa que hacer esa comparativa desde las fuentes de información que tengo más a mano, ¿mi cuñado? No, la RAE. El diccionario de la Lengua Española atribuye a educar cinco acepciones. La primera y más escueta la define como dirigir, encaminar, doctrinar. En las siguientes hace referencia a otros verbos como desarrollar o perfeccionar facultades tanto intelectuales como físicas. Y la quinta dice literal: enseñar los buenos usos de la urbanidad y cortesía. Pero con la que me interesa que te quedes es con la segunda: Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.
Dejemos por el momento a educar en un rincón y hagamos ahora el mismo ejercicio con la palabra enseñar. En este caso en la RAE se recogen seis acepciones. Algunas de ellas hablan de mostrar, indicar, dejar ver, pero la primera la define como instruir, doctrinar, amaestrar con reglas y preceptos. No se si alguna vez habías hecho esta comparativa. Yo tengo que reconocer que no hasta ahora.
Está claro que no estamos ante las mismas expresiones, si bien tienen algunos puntos en común. No es que me lo parezca a mí. Si te fijas en las capturas de pantalla que te adjunto, la propia RAE, en las acepciones que te he destacado, las establece como sinónimas. ¿Eso quiere decir que sean la misma palabra? Claro que no. Para verlo más claro nos va a ayudar analizar sus antónimos. Por un lado lo contrario a educar sería deseducar, malcriar o maleducar. Por el otro, lo contrario a enseñar es aprender. Sí aprender. reconozco que a mí también me sorprendió.
Con todo esto so re la mesa empiezo a pensar que no podemos decir que una palabra sea exclusiva de lo que se ha de hacer en casa, en la familia y la otra quede relegada al ámbito de la escuela. Creo que tanto instruir con reglas y preceptos, como desarrollar facultades por medio de preceptos y ejercicios bien se pueden llevar a ambos terrenos. Es más, si nos ceñimos a lo visto hasta ahora educar encajaría más en un entorno escolar. Pero la frase con la que muchos se llenan la boca no dice eso.
Sigamos buscando
Vamos un poco más lejos, si te apetece. Toca indagar un poco más. Pero ¿por dónde? Pues por el mundo de la Pedagogía.
Rebuscando entre documentos académicos me encontré con un trabajo de José Manuel Touriñán López, profesor emérito de la Universidad de Santiago de Compostela. Es autor de más de 300 estudios y más de 60 libros, tanto como autor único o coautor. Te invito que visites su web, que es toda una biblioteca y videoteca de lo mucho que el Profesor Touriñán está haciendo.
De entre toda esta ingente cantidad de información me llamó la atención un trabajo titulado conocer, enseñar y educar no significan lo mismo. No me digas que no parece hecho a posta. Te dejo el enlace por aquí. Se trata de un trabajo en el que el autor argumenta que estos tres conceptos no son sinónimos, sino que representan diferentes niveles de comprensión y acción. Obviamente, como pedagogo se está refiriendo al ámbito de la educación, que no es otro que el propuesto por el comentario de María, ¿te acuerdas?
El profesor Touriñán las diferencia, pero no las separa. Al contrario, las considera relacionadas entre sí en el proceso de aprendizaje. Para explicarlo usa un ejemplo muy esclarecedor, partiendo de la siguiente afirmación: no es lo mismo saber Historia, enseñar Historia y educar con la Historia.
Saber Historia sería como tener un montón de datos en la cabeza: fechas, nombres, hechos relevantes, batallas… pero sin entender su significado o cómo encajan entre sí. Es como tener un puzzle recién comprado, pero sin montar. Ahora bien, enseñar Historia sería como darle a alguien esas piezas, mostrarle cómo encajan y ayudarle a construir el rompecabezas. Y educar con la Historia iría mucho más allá. Sería ayudar al alumno a entender no solo la imagen del rompecabezas, sino qué significa, por qué es importante, cómo se relaciona con su propia vida, con su día a día. No se trataría solo de memorizar fechas y nombres, sino de comprender el significado de la Historia y cómo nos puede ayudar a entender el mundo de hoy.
Entender el mundo de hoy
¡Buf! Entender el mundo de hoy… Creo que esa es la madre del cordero, el momento que nos está tocando vivir. No nos olvidemos que este artículo nace de un comentario en una red social.
Estarás conmigo que no descubro nada nuevo al afirmar que nuestra sociedad está muy polarizada. No se si hay referencias a que en algún momento anterior de nuestra historia lo estuviera anto o más que ahora. Vivimos días de ideales radicales, enfrentamientos innegociables y licencias para el insulto como no recuerdo en mis cincuenta y tantos años de vida. Y ese run run se nos ha colado en casa, hasta en la crianza de nuestros hijos. Además queremos, exigimos respuestas para todo, y las queremos ya. Con tanta prisa no dejamos sitio a la reflexión sosegada, ni permitimos los puntos medios. Todo tiene que ser blanco o negro, conmigo o contra mí.
Creo que educar y enseñar no son la misma cosa, ni deben serlo. Pero tampoco creo que deban ser exclusivos de ningún ámbito. La frase fácil, la que se hace viral sin reflexionar es se enseña en el colegio y se educa en casa. Pero visto lo visto, afirmar eso es un sinsentido. Es más, si nos ceñimos a las acepciones lingüísticas casi sería al revés.
Para terminar ¿respuestas o más preguntas?
Querida Maria, lamentándolo mucho creo que te traigo más preguntas que respuestas. Como padres ¿tenemos claro qué queremos? ¿Tenemos claro lo que le exigimos al sistema educativo? ¿Lo meditamos o nos dejamos llevar por modas o por nuestro cuñao? ¿Para qué llevamos a nuestros hijos a la escuela? Si la idea es que solo les den las piezas del puzzle y a lo sumo les enseñen a montarlo ¿no estaríamos dejándolos cojos, no sería una formación incompleta?
Para que la siguiente generación pueda sea libre y pueda ser dueña de su destino, no es suficiente con solo saber montar el rompecabezas. La libertad solo existe si se tienen opciones para elegir, además de tener toda la información. Para elegir con libertad hay que tener formado el espíritu crítico, la capacidad de reflexión y unos valores claros. A ese punto se llega, no solo teniendo conocimientos (saber) porque alguien te haya enseñado. Además debes tener las habilidades suficientes para crear tu propia opinión reflexiva y sensata. Y esto es imposible si no te han educado para ello.
Al final me quedo como estaba y no sé si a María le podré ayudar o le interesará todo esto. Yo por mi parte se lo haré llegar.
Lo que si que puedo afirmar es que he reforzado lo que ya intuía. No es posible ni recomendable la educación por un lado y la enseñanza por el otro. Como dice un proverbio africano, hace falta toda una tribu para educar a un niño.
Que tengas un buen día.
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